Hay varios modelos de
padres. Uno de ellos es el autoritario. Es el estilo donde los padres son los
que mandan y nunca escuchan. Siempre quieren establecer un control férreo. Este
tipo de padres son poco afectuosos, rígidos y se irritan pronto. A la larga, estos
padres insensibles dañan la convivencia familiar, pero además provocan graves
daños emocionales en sus hijos.
El padre autoritario exige
obediencia, hace uso del castigo físico para disciplinar a los hijos.
No facilita el dialogo y siempre exigen orden. En muchos casos pueden
caer en un extremo de gran control. La comunicación es imposible con el
padre autoritario y a veces hasta la corta para lograr la obediencia, sin darse
cuenta que produce un efecto contrario.
Consecuencias:
Ser autoritario en nada
ayuda al desarrollo personal y emocional de nuestro hijos; por el contrario,
puede causar baja autoestima, falta de autonomía, poca creatividad, desánimo,
depresión, aislamiento, enojo o rebeldía, según sea su temperamento.
Recordemos que los temperamentos más sensibles pueden ser muy lastimados en sus
emociones, mientras que los temperamentos más extrovertidos pueden volverse más
rebeldes. Ambos grupos pueden verse afectados de manera negativa.
El padre autoritario
siempre provoca que los hijos crezcan con mucha ansiedad, debido a que no
pueden expresar ningún tipo de sentimientos con ellos y peor aún razonar.
Este tipo de padre dice: “Aquí se hace lo que yo digo”, “Porque lo digo yo” “Haz o te castigo”. Usa el castigo como forma de controlar y lograr la obediencia, pero cría hijos llenos de ira. El niño obedece más por miedo que por responsabilidad.
Este tipo de padre dice: “Aquí se hace lo que yo digo”, “Porque lo digo yo” “Haz o te castigo”. Usa el castigo como forma de controlar y lograr la obediencia, pero cría hijos llenos de ira. El niño obedece más por miedo que por responsabilidad.
¿Qué hacer?
1. Ser más flexibles. Si
queremos criar hijos sanos, sociables, con alta autoestima y menos conflictos,
es mejor sentarse un momento y reflexionar en la actitud que estamos tomando
frente a nuestros hijos, En nada perjudica la disciplina el ser flexible si va
acompañada de reglas claras y reales. Hay que saber cuándo decir no y cuándo
decir sí a los hijos. Ellos necesitan reglas, pero también amor, afecto,
compresión.
2. Hay que utilizar el
diálogo y la razón porque de esta manera se ayuda a que los hijos
"aprendan roles y conductas maduras”, dice el libro Vínculos de Amor
y Firmeza para una crianza efectiva. Pero además el diálogo y la razón permite que
los chicos puedan expresar lo que están sintiendo. Es muy peligroso para el ser
humano guardar sus sentimientos, ya que nacimos relacionales y siempre vamos a
necesitar que alguien nos escuche. Lo mismo pasa con los niños. Ellos necesitan
saber que pueden acudir a alguien cuando les pasa algo o tienen una
preocupación.
3.
Se debe usar la autoridad, no el autoritarismo. La diferencia radica en que la
autoridad permite la comunicación entre padre e hijo, para que hijo aprenda a
ser independiente y sepa tomar decisiones, mientras que el autoritarismo
usa la coerción y la intimidación para lograr la obediencia. Usar la autoridad
es bueno porque de esta manera los chicos pueden adaptarse mejor al mundo
y triunfarán en lo que hagan. Pero hay que evitar la intimidación.
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