La
muerte de un padre es uno de los estresores que más impacta en los niños y trae
el riesgo de problemas psicopatológicos y depresión, en especial en niños cuyo
temperamento y circunstancias ambientales no son las más adecuadas.
Al
igual que los adultos los niños se ven afectados por la pérdida en los primeros
tiempos, predominando tristeza y ansiedad. Las alteraciones del primer años no
suponen una perturbación y a finales de año se ve una mejoría. Los que mantiene
trastornos necesitan de tratamiento psicológico. Si se hace un análisis de edades
sobre los síntomas que presentan los niños
se dirá que:
·
En niños de 2-10 años se puede ver: sollozos,
tristeza, búsqueda de una madre o padre sustituto y negación de la pérdida en
diversas formas. Agresividad, irritabilidad, depresión, desinterés, inhibición.
Los síntomas mejoran a los dos o tres años de pérdida.
·
En niños de 3-6 años: Se ve una tasa más alta de
comportamientos problemáticos como ansiedad y depresión.
·
En niños de 6-12 años: Se puede ver tristeza, irritabilidad,
falta de concentración, fatiga, baja estima, ansiedad de separación y pérdida
de ocasiones placenteras. A los seis meses los síntomas se reducen.
·
En niños muy pequeños los síntomas son:
Rabietas, miedos nocturnos, dificultades de separación de los cuidadores,
conductas dependientes. No expresan emociones. Sufren de depravación de afecto,
a menos que el entorno se convierta en algo diferente y se le del afecto que le
falta.
Aunque
de dos a siete años tienen una comprensión limitada acerca de la muerte, es
frecuente que tengan ideas poco realistas y se pueden culpabilizar o negar el
hecho. De esta manera estos mecanismos protegen al yo y disminuyen la angustia.
Los niños sentirán más la pérdida si el padre era su fuente mayor de afecto,
independiente del sexo.
Si
la muerte ocurre antes de los siete años, los efectos serán más negativos a
largo plazo. Esto se debe a que no tiene madurez emocional que le permita
elaborar bien la pèrdida. Sentirá menos afecto en la crianza y corre el riesgo
de ser tratado de manera diferente a los niños mayores lo que no le permite
procesar los duelos.
Los
niños son los que más tienen a desarrollar más agresividad y más problemas
internalizados y externalizados, mientras que las niñas más muestran internalización
y corren menos riesgo de desarrollar síntomas somáticos y ansiedad.
Si
el temperamento del niño era difícil antes de la muerte, corre el riesgo de
sufrir más disturbios emocionales ya que no pueden manejar la situación ni
desarrollar estrategias para manejar la aflicción. Si el niño quiere ser ayudado
hay que ver sus síntomas a largo plazo.
La
respuesta del padre sobreviviente influye mucho en los hijos. En viudos
jóvenes con hijos pequeños se puede ver angustia, depresión, desamparo, lo
que impacta en los niños. Si son madres con trastornos psiquiátricos se puede
ver desorganización, menos activas y afectivas, más sobreprotectora y con
menos afecto a los niños.
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Los
niños en edad preescolar reaccionan con ansiedad e inquietud cuando ven al
padre o madre superviviente que sufre. Es como si el niño sobreprotegiera al
adulto, su relación se estrecha, pero de forma dañina.
Un
inadecuado cuidado por parte de su progenitor
con patología es nocivo para el niño. Ya que puede sufrir lo mismo y más si a
la vez vivían una situación económica difícil o tenía menos afecto del
sobreviviente padre. El factor de mayor riesgo este vivir con un padre
deprimido o con síntomas psiquiátricos. El niño no tiene el ambiente adecuado y
cuidado que necesita.
Por
otro lado, la muerte de un hermano también es estrés para un niño y más si es
inesperadamente. Esta pérdida es traumática y trae síntomas psicopatológicos.
El riesgo se da porque los padres son
capaces de ver el dolor del hijo sobreviviente por estar sumidos en su
dolor. Es importante que el padre explique a los otros hermanos con
anticipación de la gravedad de la enfermedad que sufre un hermano para que
sepan cómo reaccionar si llegara a morir y así no se sientan culpables o
minimicen el hecho como algo sin importancia.
Como ayudar
La
prevención siempre será importante para ayudar a minimizar el impacto de la
pérdida de un ser querido. Se debe hacer lo siguiente:
- · Explicar al niño la muerte y transmitirle según la edad la naturalidad de este hecho universal. Hablarle de que se puede superar y darle seguridad de que va a tener apoyo y cuidado necesario.
- · Verbalizar el afecto e interés por el niño. Esta acción puede ser llevada a cabo por familiares, amigos de la familia o padre sobreviviente. Debe ser transmitido de forma natural para evitar trasmitir una percepción de víctima.
- · Ayudarle a expresar su dolor mediante dibujos, verbalizar u otros medios. Requiere de comunicación y así se evitará síntomas y habrà superación del dolor.
- · Identificar y aclarar falsas ideas de la muerte como la culpa.
- · Ayudar al niño a entender el dolor del padre y su falta de afecto, indicando que es por un tiempo y que esto pasarà.
- · Ayudar al padre sobreviviente a comprender la importancia de su reacción y la necesidad de manejar su dolor para que sea soporte de su hijo. Ayudarlo en algunas tareas como padre viudo o viuda.
- · Acompañar al niño a los diferentes eventos para que no se sienta solo y contactar a otros niños que hayan sufrido algo similar y aprendan a cómo superar el dolor, lo que debe ser guiado por un profesional o profesor.
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