Todas las personas necesitamos aprender a poner límites a las demandas de otras personas. No podemos dejar que otros manejen nuestras vidas. Siempre nos encontraremos con alguien controlador, manipulador, irresponsable o incluso abusador.
Debemos dilucidar en qué
exigencias de lo cotidiano debemos decir no para que no nos excedamos. Otras
veces debemos desarrollar mejores modelos de intimidad en una buena relación, o
tomar partido en una situación complicada en las que están involucrados
nuestros valores.
Muchas veces nos tocara impedir
que alguien nos quite más tiempo, energía, recursos de lo que estamos
dispuestos a dar. Los contextos son diferentes y debemos poner buenos límites.
Para las personas sensibles y preocupadas con el prójimo, fijarlas resulta
duro.
Pero es bueno saber que siempre
que hay un problema con alguien es bueno tener una conversación directa con
ellos. Hay que mantener una conversación con
límites. Siempre que hay que
mantener una conversación difícil hay que saber cómo hacerlo bien.
A muchos les atemoriza tanto
encarar el problema que nunca se atreven; otros se atreven pero fracasan estrepitosamente;
y un tercer grupo lo hace de manera dañina antes que beneficiosa. Por eso
muchos aplazan el confrontar, el fijar límites o iniciar conversaciones difíciles.
Y como resultado las relaciones son las que sufren.
La confrontación es esencial para
alcanzar el éxito en todos los frentes de la vida. Quienes confrontan bien
hacen de ésta una práctica habitual en sus relaciones y lo hacen de modo
directo. Confrontar significa: volverse
la cara hacia alguien o algo.
La confrontación siempre debe
tener un papel positivo en el lenguaje del amor y las relaciones. Fijar límites,
confrontar y sostener una conversación dificultosa que se ha estado evitando no
debe ser nunca motivo de conflicto,
sino uno de los mayores actos de amor posibles.
Es la única manera de tener la relación
que se desea. Es la única manera de tener una conversación de una manera amable,
sincera y responsable. Es necesario conocer los elementos esenciales de una
buena conversación, cómo sostenerla, cómo prepararse antes y cómo desarrollarla
con las diversas personas que están en su vida. Hay que propender siempre a las
relaciones armónicas tanto en las conversaciones específicas como difíciles.
¿Qué son los límites?
Límite es la línea de permisividad que tienen las personas.
Usted permite hasta dónde llegan las otras personas, usted decide hasta donde
los demás pueden influir en su vida. Los límites nos ayudan a determinar qué
queremos y qué no queremos, qué amamos y qué destetamos, a favor de qué estamos
y en contra de qué estamos.
Las personas que
tienen límites son claros en cuanto a sus opiniones, sentimientos y creencias.
Las personas que no saben poner límites
no tienen seguridad de sus opiniones, sentimientos y creencias. Dejan
que otros les controlen porque se sienten inseguros de sí mismos cuando
necesitan decir su posición.
Beneficios.
Poner límites mejora las relaciones.
Permite el acercamiento entre la pareja o las relaciones, se tiene más respeto
mutuo y más libertad. Además se puede lidiar mejor con las malas costumbres.
¿Por dónde empezar?
1. El primer paso siempre debe
ser una conversación, una charla, una confrontación cara a cara con la otra persona.
Es una conversación en la cual discuten el problema y lo que pueden hacer para resolverlo.
Puede ser que no sea la única conversación, pero puede ser el comienzo de
varias charlas. La conversación debe ser de una manera amable y a la vez honesta y eficaz de confrontar a alguien en su
vida. Hay que desarrollar habilidades y herramientas de una buena confrontación
Lamentablemente, la persona que
tiene el problema con frecuencia no asume la responsabilidad. Ellos muchas
veces no ven el problema, o piensan que no tiene demasiada importancia o que la
otra persona reacciona exageradamente. Esto puede dejar en un matrimonio a la
esposa o a los esposos indefensos, desanimados y con menos aptitud para sentir
en el corazón amor para su cónyuge.
Cuando no se puede confrontar, la
persona se siente aislada, tiene que soportar falta de libertad, malas costumbres
de él o ella. Las cosas cambian cuando las personas que experimentan los
efectos del problema toman la iniciativa para resolverlo. Nada puede cambiar a menos
que uno de los dos haga algo.
2. Conversaciones en amor. El hecho de pensar en sostener
una charla con alguien puede crearnos mucha ansiedad y levantar mucha
reticencia, críticas y hasta el fin de una relación. Si yo le digo “Necesitamos
hablar”, la persona se siente asustada. Para bajar ese temor nuestras
conversaciones deben ser en amor y con verdad. Las conversaciones funcionan mejor cuando a cada persona le interesa el
bien de la otra y se dicen la verdad. Solo allí ocurren cosas buenas.
Las personas prefieren evitar el
conflicto y la confrontación cuando ya
han tenido muchas experiencias negativas en las relaciones. Por eso hay
que evitar las conversaciones conflictivas. Pero también tenemos que evitar
aquellas conversaciones amistosas en las que evitamos todo desacuerdo. Ninguna
de las dos es correcta. Lo correcto es verdad con amor.
3. Quitar temores.Lo que impide una buena conversación
son los temores. Se tiene miedo a perder la relación. Pensamos que la persona
se apartara emocional y físicamente. Se tiene miedo a ser objeto de rencor, ya
que no queremos ser blanco del rencor o las quejas de alguien por haberlo
confrontado; hay temor de herir al otro y a sus sentimientos; hay miedo a que
nos perciban como malas personas, ya que siempre queremos que nos vean como
buenas personas. El miedo es que nos cataloguen como personas faltas de amor o
de bondad. Los temores evitan que las personas se sienten a conversar y
resolver los problemas. Hay que resolver esos temores e identificar de donde
proceden.
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