jueves, 23 de marzo de 2017

CLAVES EFECTIVAS PARA PERDONAR



Es difícil perdonar a alguien que nos ha hecho mucho daño  y que nos ha causado tanto dolor. Pero es importante  perdonar porque así sanamos no solo el alma, sino nuestro cuerpo y nuestra mente.

Quienes se niegan a perdonar viven sentimientos de amargura, de odio, de ira, de venganza. El corazón se endurece totalmente y vive siempre  en ira crónica. La ira a la vez provoca enfermedades graves como  migrañas, hipertensión arterial, depresión.

Las personas no saben cómo perdonar, lo intentan pero no pueden, y es comprensible, porque el daño causado es grande y el dolor es profundo. El alma está herida y no puede procesar bien el amor, porque se  ha bloqueado  una parte primordial de su vida. Pero es necesario sanar y llegar al amor y la misericordia para poder  tener otra calidad de vida.

Hay que recordar que el negarse a perdonan solo trae más amargura y dolor. Negarse a perdonar  trae malestar físico, dolores fuertes de cabeza, bloqueos mentales, somnolencia. Muchas veces no se sabe porque esos malestares, pero en el fondo es el dolor profundo que esta enraizado y que empieza a cobrar su factura.

El escritor  y psicólogo Walter  Riso, dice que  perdonar es recordar lo que paso, pero sin llegar al odio. Se trata de quitar el rencor y los deseos de venganza, es dejar morir al resentimiento que nos carcome el alma. Es poder ver a los enemigos sin odiarlos para alcanzar la paz interior.

El perdón no es olvido. Toda la información del exterior queda grabada en el cerebro, no se borra, aun el dolor que nos causaron, se queda allí; pero cuando empezamos a vivir el proceso del perdón poco a poco se va experimentando menos dolor al recordar el hecho doloroso. Del hecho doloroso hay algo que aprender, es una experiencia que luego será recordada de otra manera.

Perdonar no es olvidar lo que paso. Es muy peligroso decir, no hablemos del tema. En realidad hay que hablar del dolor, hay que hablar de la ofensa, caso contrario caeríamos en la negación y afectaríamos nuestra salud. Caer en negación es  decir: "esto no pasó", "no fue nada"

Perdonar tampoco implica soportar agresiones. Muchas veces es necesario llegar al perdón del agresor o la persona que nos afectó, pero eso no quiere decir que seguiré aceptando agresiones o malos tratos. Si esas actitudes continuaran, y fuera peligroso,  es mejor alejarse.

¿Cómo entender el perdón?
Considerar el camino del amor. Dar paso al amor ágape.El amor ágape es mas que el amor sexual o emocional.Es ser capaz de morir  al egoísmo, cambiar actitudes y o carácter que daña al otro, es desacomodarse para dar al otro bienestar y valor. Debe ser un amor profundo y sincero. Cuando hay amor sincero, no cabe nada más. 

Muchas veces queremos que todos tengan misericordia de nosotros, pero para el que nos hizo daño, pedimos castigo y muerte. ¿Qué pasa cuando nosotros cometemos un error? ¿Cómo queremos ser tratados?. Responder a estas preguntas nos  llevan a ser más equilibrados en nuestros juicios.

Pongámonos en el zapato del otro. ¿Por qué reacciono así?, ¿solo él es culpable o hay en mí también culpa?. Muchas veces ir por el camino de la comprensión nos ayuda a entender los motivos que llevó a la otra persona a reaccionar de la manera que lo hizo. No se trata de justificar el acto, sino de discernir  qué paso.

Decidir  dejar de odiar. Hay que llegar al punto de decir: “Me cansé de odiar”, “Me cansé de sufrir”. Tomar esta decisión es un regalo que nos damos para vivir en paz. También podemos  imaginarnos qué hubiéramos hecho si hubiésemos estado en el lugar del ofensor. Hay que llegar al entendimiento de la situación si nosotros hubiésemos estado en el lugar del ofensor.

Renunciar a la venganza. El deseo de venganza es muy instintivo, se quiere que “el otro sufra lo que sufro”. La venganza trae mucho placer, pero hay que evitar caer en ese juego, porque puede generar mucha violencia y en lugar de sanar la herida se puede hacer más grande y se puede causar más daño a los que están alrededor. Nos pueden quitar todo, pero menos la capacidad de decidir cómo responder a una agresión. Cuando decidimos pagar con la misma moneda se da al agresor la llaves para justificarse y decir: "Allí esta, yo no soy el malo. Mira lo que ella o el me  esta haciendo". Si hacemos algo por venganza, damos al otro más motivos para seguir agrediendo. Aun en medio de todo lo malo que el otro ha hecho, hay que mantener el respeto, la cordura. Muchas veces la respuesta pacifica, le hace avergonzarse al agresor, le puede hacer reflexionar y no aumentar el grado de violencia en la relación. Si entramos  en venganza tarde o temprano quedaremos tan culpables y sucios como los agresores.Los que logran perdonar están más cerca del amor.

¿Por dónde empezar el perdón?
1. Si tienes un motivo de resentimiento y odio, déjame decirte que tienes todo tu derecho de sentirte así  tienes todo el derecho de estar indignado/a. Nadie puede entender tu dolor porque cada herida es única. Tienes todo el derecho a estar enojado/a y expresar tu ira. Saca todo lo que puedas, saca tu enojo, llora las veces que sean necesarias, si quieres odiar, odia; si quieres gritar, grita. Saca todo tu dolor. Si crees que no tienen perdón de Dios lo que hizo la persona, está bien, dilo. Si crees que no se merece tu perdón, está bien dilo. Saca todo lo que puedas y, si no lo has podido sacar hasta ahora, busca ayuda profesional para  que hables de toda tu ira y tu enojo. Es bueno vivir la ira y el enojo, es bueno expresar lo que uno siente.

2. Solo cuando estés  listo a perdonar, perdona. Si todavía sientes que tus sentimientos de ira siguen, vuelve a expresarlo, vuelve a hablar acerca de tu enojo. No lo calles. Prepárate para sanar. Poco a poco. No necesitas ser presionado o presionarte para perdonar. Di lo que sientes, vuelve a llorar, vuelve a gritar, vuelve a  negar tu perdón si quieres. Es sano que lo hagas. Son largos años de dolor causado, tienes tu razón de estar así. O quizás es reciente el dolor que te provocaron, también tienes razón de estar  enojado/a. Estás en tu derecho, no debes justificarte ante nadie. Es tu dolor.

3. Una vez que has podido hablar de tu ira, de tu enojo. Ahora es tiempo de empezar el proceso de perdón,  sanación de  alma y del cuerpo. Da miedo, da susto, el cuerpo tiembla, pero sabes que vas a sanar. El sentimiento es fuerte, muy fuerte. Te sentirás así porque al fin te vas a deshacer de algo que te ha estado oprimiendo por años y es normal. Es algo que te oprime y hay que sacarlo.

4. Puedes ir a un lugar donde estés solo si quieres. Entonces  di el nombre del agresor, el ofensor y perdónalo: “Jorge  yo te perdono,  en el nombre de Jesús”. El nombre de Jesús tiene un  poder  inconmensurable. No le vamos a decir directamente a la persona. Quizá ya esté muerta o este en otro lugar. No es necesario hacerlo cara a cara. No es necesario buscarla y decirlo directamente. ¿Por qué hacerlo en el nombre de Jesús?, pues  porque no tenemos las fuerzas para hacerlo solos, necesitamos de una fuerza  más grande que la nuestra. Pero recuerda, debe ser en el momento en que te sientas listo para perdonar, en el momento que digas: Quiero perdonar, quiero hacerlo ya  porque no quiero más esto.

5. Libera al ofensor de la deuda. Es decir, se va a hacer una condonación moral. “Yo en el nombre de Jesús vengo a perdonar a esta persona, vengo a condonarle una deuda moral. Esta persona me hizo daño, me hizo un mal, cometió una injusticia en contra mía, pero en el nombre de Jesús,  Jorge yo te digo que te dijo que te dejo libre de esa deuda, que rompo la factura que está a tu nombre y que te condono  la deuda moral”. Es una deuda moral, espiritual, la que el ofensor tiene con  el ofendido. Tú condonas el endeudamiento moral de esa persona y rompes la factura de la acusación, del malestar de lo que esa persona te hizo.

6. Renunciar a todo juicio sobre el ofensor. Muchas veces estamos como juez  que tiene derecho a juzgar a esa persona por cuanto sabemos que nos  hizo daño y nos dolió; sabemos cuáles fueron las pérdidas, la afrenta que nos causó, sabemos  todo el daño que nos causó y nos da cierto derecho moral a juzgar a la persona por lo que nos hizo daño y el mal que nos provocó. Pero aparte de condonarle la deuda moral debemos renunciar a juzgar a la persona. “Señor yo renuncio a ser juez  sobre esa persona juzga tú sus actos. Me quito la toga de juez, me salgo del lugar moral donde el juez se sienta y me quedo del otro lado y juzga tú. Hoy  termina mi juicio mi critica, mi mal querer, mi odio, mi rencor, mi dolor contra esa persona y renuncio a todo juicio contra mi ofensor”.

7. Ora por el bienestar del ofensor. ¿Cómo?  Si, así como lo lees. Debes orar por el bienestar de esa persona. Lo hace en el nombre de Jesús. ”Señor Jesús como yo ya no soy juez de esa persona. Como yo he renunciado a ser juez  de esta persona, entonces Señor ya no soy yo quien pide castigo para esa persona y te pido que le bendigas”. La Biblia dice: bendecir a los que os maldicen. Bendecir y no maldigas. Seamos como Dios que deja caer su lluvia sobre justos e injustos, muestra su sol sobre buenos y malos, sobre justos e injustos. En este punto se ve si la persona  realmente  quiere perdonar o no. Aquí realmente se está  viviendo  el verdadero  perdón.

8. Hay que sacar al ofensor de la mente y  pensamientos. Ya no estés obsesionado con el ofensor, sácalo de los pensamientos. No permitas que esta persona siga anidada en los pensamientos, que este hecho doloroso, molesto, este encapsulado en la mente y  pensamientos. “En el nombre de Jesús pido que esta persona salga de mis mente y pensamientos. No estará controlando el  recuerdo de esta  persona y de lo que me hizo mis pensamientos”. Solo así se produce el efecto curativo.

9.Ánimo, entendemos tú dolor, sabemos que tienes razón de estar indignado o indignada. Pero  ahora  viene un nuevo amanecer para  ti. Sana tu corazón y deja  que las cosas fluyan en tu vida con amor. Si crees que necesitas de ayuda de un profesional o un consejero hazlo. Muchas veces el acompañamiento es necesario cuando se carga tanto dolor. Si sientes que después de hacer esta oración, la ira continúa, no  te sientas mal, debes seguir perdonando a esa persona, en silencio,las veces que sean necesarias. Perdónale cada vez que venga a tu mente el dolor.

Si no eres cristiano, de igual manera puedes hacer la oración, con profundo deseo de quedar libre y sanar.









Fuente: “El poder curativo del amor “ de  René Peñalba  y Gladys  Judith Rojas , “El perdón que sana”,Walter Rizo, "el poder terapéutico del  perdón"."La locura de la infidelidad" de Ediana Marín.



No hay comentarios:

Publicar un comentario