La ira surge cuando los demás no hacen lo que esperamos que
hagan y pretende hacer que el otro se sienta culpable ya que creemos que
nuestro enfado tiene razón de ser.
Queremos siempre salirnos con la nuestra y por eso va acompañada de orgullo y no queremos reconocer que en ciertas cosas no tenemos la razón y terminamos desacreditando a otros para sentirnos bien.
Queremos siempre salirnos con la nuestra y por eso va acompañada de orgullo y no queremos reconocer que en ciertas cosas no tenemos la razón y terminamos desacreditando a otros para sentirnos bien.
En el fondo, detrás de la ira, hay personas con muy poco
valor de sí mismas, buscan el reconocimiento
y se muestran déspotas y orgullosas, desagradables, tiranas. Piensan que de
esta manera ganarán respeto de la gente, pero las aleja más.
Dicen cosas como: si me quieren tal como dicen, entonces
harán aquello que más me gusta y me lo tienen que demostrar. Cuando esto no
sucede, se convierten en tiranos, dejan de comunicar esperando que los demás se
acerquen a preguntarle qué le pasa.
La persona con esta actitud acumula ira, enfado interior,
irritabilidad, amargura y resentimiento. Ira y orgullo van de mano e implica
que tenemos razón en todo y que no pensamos cambiar. Al no querer cambiar la
persona puede caer en resentimiento consigo misma.
Enfermedades:
Uno de los síntomas
físicos asociados con la ira acumuladas es la hipertensión arterial. Esta
es una muestra de que la persona no puede sacar de su vida a alguien o a una situación que le hace sufrir. La
migraña se debe a una situación repetitiva que le atormenta.
Al acumular ira la persona se convierte en irritable y
desagradable. Puede llegar a caer en el enfado crónico que es ira contra el
mundo entero. Debemos cortar con la ira porque esto ha llevado al mundo a
grande enfrentamientos bélicos, donde se ha dado desplazamientos masivos de
gente y muertes sin fin.
¿Cómo mejorar?
Lo correcto sería que la persona use la ira de manera
positiva. Debe usarla para hacer algo, para ponerse en marcha, para hacer mejor
su trabajo. Es necesario dejar de creer que los demás siempre deben darnos la
razón para evitarnos enfados. Eso es poner carga sobre el otro y se puede
resentir emocionalmente. De igual manera en el trabajo no debemos esperar que
se nos reconozca todo, caeremos en ira y frustración.
Hay que aprender a soltar la ira y entender que en el fondo lo que se está buscando es
reconocimiento y por eso se manipula a la gente. Soltar libera y trae paz. También
hay que aprender a gestionar la ira ya que nos libera de males mayores como la
tristeza y la depresión, con la posterior inmovilización emocional que bloquea
toda acción.
Para la ira el mejor antídoto es el perdón y olvido. Cada
situación que vivamos por más dolorosa que sea es una oportunidad para
experimentar el perdón. Debemos dejar la ira y pasar al coraje y aceptación que
nos harán más libres y nos ayudarán a enfrentar las situaciones sin ataduras,
ni resentimientos.
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