Reacciones de un niño ante el divorcio de los padres
De
acuerdo a los estudios existen una serie de reacciones frente al divorcio de
los padres en los niños. Los efectos que se produzcan dependerán más de la edad, el sexo del niño y las
circunstancias que rodean la separación.
En
un estudio realizado en la década de los 80 se vio que los niños más pequeños
se afectaron más que los mayores, mostrando tristeza, temores, problemas de
conducta, pero se recuperaron mejor que
los mayores sin mostrar secuelas.
Pero
además de este estudio, se dice que en niños pequeños se puede vivir con más
normalidad, si se mantienen las rutinas de la vida y la calidad de apego. Pero si el divorcio tiene además condiciones
poco sanas, peleas frecuentes, breve matrimonio, etc, las secuelas pueden
ser mayor en el niño que no ha tenido una relación normalizada en su primera
infancia. Estas secuelas en sí son las siguientes:
·
En niños de más de 6 años, los varones parecen
tener más riesgo de tener problemas en la escuela que las niñas y mostrar más
síntomas Esto se debe a que las niñas
siempre se podrán comunicar mejor con la madre.
·
Las niñas
los pasan peor si quedan bajo la tutela del padre o si la madre se vuelve a
casar.
·
Las niñas con madrastra o padrastro tienden a
mostrar más síntomas externalizados e internalizados.
Lamentablemente,
hoy en día son más los divorcios y los niños realmente la pasan muy mal por las
implicaciones que conlleva todo este proceso. Pierden el acceso a sus padres, o
a uno de ellos, se producen cambios en el entorno y condiciones de vida o se
produce hostilidad entre los padres e intrusión del sistema legal.
La
madre al tener la tutela de los hijos manifiesta estrés físico y psicológico
por lo que pierde el deseo de atenderles adecuadamente a los hijos. Los niños
pequeños siempre echaràn de menos al padre ausente. El impacto es muy fuerte en
especial en los varones, ya que la presencia del padre le ayuda a tener un
desarrollo cognitivo òptimo, le ayuda en la identificación de género, le enseña
asertividad y otras habilidades.
La
pérdida de un padre por divorcio es vivida con mayor intensidad que la separación por trabajo o viaje. Surgen
emociones de agresividad hacia uno de los padres y lo responsabiliza del
divorcio o se culpa a si mismo. La agresividad también puede darse con el padre que se fue
al no dar su apoyo.
En
niños escolares el divorcio le provoca baja estima, bajo rendimiento
académico y escasas aspiraciones.
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Los
cambios que se dan luego del divorcio se vuelven estresantes para pequeños y
mayores. Al romperse la relación la situación económica cambia, se pierde la
calidad de vida y afecta al rendimiento escolar.
Si
los padres se vuelven a casar, los niños lo interpretan como inestabilidad y
estrés. Pero si no se casan y visitan frecuentemente a cada padre, puede ser
positivo. También puede ser perjudicial que se de violencia física verbal y
física entre los padres luego del divorcio. Los litigios legales los involucran
a tal punto que a veces a los niños les llevan a decidir con quién quedarse,
pero esto no ayuda. Ya que los padres deben ser quienes se pongan de acuerdo de
buena manera. Así se evitan venganzas por parte del progenitor que puede
sentirse rechazado.
Hay
que evitar más riesgos de estrés en los niños y evitar hostilidad entre los
padres, evitar desacuerdos económicos o sobre la crianza de los hijos. Evitar
el odio hacia uno de los hijos o progenitor, ya que puede actuarse con
hostilidad hacia los hijos. No bloquear la relación progenitor e hijos.
Medidas preventivas:
· No intentar eliminar al padre de la vida del niño.
Creerá que ha desaparecido bruscamente de su vida y se le hace un daño muy
grave a la vida emocional.
· Evitar expresarse mal de uno de los progenitores
y manipulando el cariño del niño solo hacia uno.
· No implicar al niño en las disputas o tensiones
usándole como emisario de recados. Puede hacerle sentirse culpable y alejarse
del otro que es muy necesario en su desarrollo en especial de los varones que
necesitan a su padre.
·
No pelearse delante del niño cada vez que lo va
a recoger, ya que es traumático y de graves consecuencias para el niño y peor
si se le implica en ponerse a favor de uno.
Claves para ayudar al crecimiento sano del niño y la relación luego de un divorcio
·
Respetar los acuerdos de visitas. No se puede
privar al niño de la presencia de su padre, a menos que sea declarado y
diagnosticado como peligroso. Por lo general es la madre la que actúa así para
presionar mayores recursos o por despecho o revancha. Este es un comportamiento
egoísta que no tiene en cuenta las necesidades de los hijos y de las
consecuencias a largo plazo. Prefiere alargar el sufrimiento de ella misma y de
los niños.
·
A los niños se le puede decir naturalmente: “hoy
vas a tener dos casas y vas a estar con papà todo el tiempo que quieras”. Llevar
de esta manera el régimen de visitas da seguridad y apego afectivo con el
padre, da seguridad al niño de tener a su padre y desarrollar relaciones
saludables con él. Ayuda a que los niños se adapten a la nueva forma de vida y
la madre se puede relajar más.
·
Dejar en claro que no ha perdido al padre y que
lo seguirán teniendo en su vida. Se le puede decir: “Ahora veràs que alegre se
pondrá papá cuando sepa que te has lavado los dientes solo”. También se le debe
crear expectativas positivas sobre las visitas al padre. Hay que quitar los
temores de que el otro progenitor no cuide bien a los hijos, ya que lo importante es la
relación que se dé. Y con el tiempo cuando crezcan ellos mismos escogerán que
tiempo quieren estar con el otro padre.
·
Los padres deben mantener contacto para resolver
sobre todo aspectos y decisiones relevantes para la vida de los hijos. Los
niños toman con alegría que los padres se preocupen por sus necesidades. Además
que así los padres comparten responsabilidades y enriquece las decisiones con
los dos puntos de vista.
· Procurar que la experiencia de fin de semana con
el padre sea enriquecedora con actividades divertidas para los niños y que
quieran volver la próxima vez.
·
Buscar lo antes posible una estabilización en
cuanto a reglas y rutinas. Los niños no pueden soportar circunstancias muy
alteradas o ambientes desestructurados. El niño tiene claridad sabe que no
habrá cambios frecuentes, ni desorden y se adapta mejor a las figuras de apego.
La inadaptaciones se dan cuando los niños pequeños ven cambios bruscos,
cuidadores que no son los de su apego. Si algo así se da es mejor buscar una solución
para mejorar la situación. Es preferible sacrificar intereses personales y
pensar siempre en la comodidad y bienestar de pequeños.
·
Si hay hostilidad entre padres, es mejor que no
se hable mal del otro, ni que la familia lo haga. Hacer ello hace que el niño
pierda la confianza en el otro padre, puede evadirse o enfadarse. Puede hacer
que no quiera visitar al padre o la familia. El niño puede revelarse contra
el progenitor que habla mal del otro. Pueden sufrir mucho y pasar llorando.
Pueden sentirse solos y marginados ante los adultos que hablan mal.
·
Mejor hablar bien uno del otro. En caso de
hostilidad los niños pueden desvalorizarse o deprimirse. Hay que decirles que
la disputa no es por ellos. Hay que decirles que pese al divorcio se les
seguirá amando igual, así ellos no tienen que manipular a ninguno.
· Hay que evitar que tomen partido por alguno
de los dos, ya que si no se lo hace tiene graves consecuencias para la
identidad de género y la estima y el relacionamiento sano con el padre.
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