Las personas que pierden un ser querido experimentan una serie de emociones que al no ser bien llevadas pueden provocar en la persona depresión clínica,por eso es importante conocer què etapas se viven cuando muere una persona muy cercana y querida.Es importante que la persona se entendida y no juzgada si expresa su dolor de manera abierta.No se le puede privar del llanto ni de la ira,tampoco se le puede decir que tenga fe o que sea fuerte.El momento de la pérdida del ser querido simplemente la fe baja, el dolor es grande y las fuerzas son pocas.Hay que saber dirigirle a esta persona a un consejero o a un especialista,si no logra superar el luto en u tiempo mas o menos de un año.Esto quiere decir que la persona no ha vivido bien su duelo o se ha reprimido.Cuando se reprime y no se saca emociones,la persona tiene a perder mas la esperanza y el sentido de la vida.Por eso les invito a leer las etapas por las que la persona puede pasar para ayudar:
1.La negación.- Es la primera etapa del duelo, la primera que nos ayuda a sobrevivir
la pérdida. La persona no puede creer que su ser querido se ha ido. Estos
sentimientos son importantes, ya que se
convierten en mecanismos de protección de
la psique. El mismo organismo no permite que vivamos todos los sentimientos a
la vez y por eso la persona se centra en que no es real lo que está pasando. Es
una etapa de cuestionamiento de la realidad que se está viviendo: “es verdad?”
“ha pasado realmente” “Es verdad que ya no está?”.
La vida pierde sentido, hay conmoción y negación de
los hechos. El superviviente se pregunta si debe seguir adelante o no. En
muchos de los casos se halla contando una y otra vez su historia de pérdida. Es
una forma de enfrentar los traumas. Es una manera de negar el dolor, mientras
se acepta la realidad de la pérdida.
Al bajar la intensidad de esta negación la persona
está consciente de la pérdida. Se intenta buscar explicaciones: ¿tenía que
suceder? ¿Podría haberse evitado? Conforme
vamos aceptando la realidad y
hacemos preguntas, se inicia sin saberlo el proceso de curación.
2. La ira.-La persona está enfadada por encontrarse en una situación que no esperaba, merecía ni deseaba. La ira es otro indicador de la intensidad de amor hacia la persona perdida. Aflora cuando estamos lo bastante seguros como para saber de qué sobreviviremos, pese a todo. A la ira le siguen otros sentimientos: tristeza, pánico dolor, soledad con más intensidad.
La ira es una reacción natural. No es necesario juzgarla o buscarle
un sentido. Lamentablemente este sentimiento que en lugar de unirnos a nuestros
amigos o familiares nos termina aislando en esos momentos en que más los
necesitamos. Pero no hay que tener miedo, la ira va cambiando y saldremos para
ir a otra etapa.
Esta etapa se manifiesta de muchas maneras: ira contra el ser
querido por no haberse cuidado mejor, o contra nosotros mismos por no haberlo
cuidado mejor, ira contra los médicos por no tener la capacidad de salvar a la persona;
se extenderá a Dios cuestionando su amor, su poder, su compasión; o simplemente
se estará enojado por lo malo que le pasó a alguien que no se
merecía.
La ira surge como culpa. Pero no tenemos la culpa porque no tenemos
el poder de cambiar las cosas.
Por otro lado, la ira surge y nos confronta con nuestras creencias. Se
desmoronan muchos de nuestros supuestos : Creer que si hacemos lo bueno, los
males de este mundo no nos tocará; creer que si hacemos todo lo que nos
dicen, seremos premiados; pensamos que si nos cuidamos físicamente, comemos
sano, hacemos ejercicio, tendremos buena
salud y larga vida.
Pero la ira es buena y necesaria para sanar, aunque parezca que no es
así. Es una emoción útil y nos visitará muchas veces y en múltiples formas. Cuanto
más se sienta la ira mucho mejor porque así sanaremos.
Debemos evitar cuestionar a la persona por experimentar este
sentimiento, caso contrario puede alejarse. Hay que dejar que las personas
manejen la ira el tiempo que sea necesario. A la gente le gusta que la acepten
tal cual y más cuando están en duelo. Hay que ayudar al que ha sufrido una
pérdida que exprese su ira, solo así se dará cuenta que
Dios es bastante fuerte para sentir
piedad y amor por nosotros, incluso si estamos enfadados con él. Una forma de expresar la ira, sin daño a la persona, es gritar las veces que sean necesarias, contarlas a un
consejero o amigo o realizar actividades que permitan exteriorizar la ira, tales
como: andar, nadar, cultivar el jardín.
3. La negociación.-En esta etapa empezamos a vivir un proceso en el que queremos
prevenir todo. Queremos hacer cualquier cosa para que nuestro ser querido siga con vida. Queremos que la vida vuelva a
ser como era antes. Empezamos a pactar
con Dios “Si permites que viva nunca más me enfadaré”,
“Queremos volver a verla en el cielo”. Pactamos para que nadie más en la
familia enferme, para que no haya más ninguna tragedia, para que los hijos
sigan sanos y salvos.
Es una etapa que va acompañada de culpa y los ojalás: “ojalá lo
hubiese hecho antes”. Hay que recordarle a la persona que no es culpable de la
muerte de nadie. La negociación puede aliviar temporalmente el dolor que conlleva un
duelo. La negociación puede llenar las lagunas que generalmente dominan
nuestras emociones fuertes, lo cual a menudo mantiene el sufrimiento a raya.
4. La depresión.-En esta etapa aparece un vacío y nuestro dolor entra en un nivel más
profundo. Vamos de una forma más lenta, pero con ello se puede evaluar mejor la
pérdida. Es una respuesta a la pérdida por tanto no hay que confundirla con
enfermedad mental. Es una etapa bastante complicada porque no te animas a
levantarte, faltan las fuerzas para retomar lo que normalmente se hacía. Todo
parece vacío e inútil. Pero es un proceso normal, hay que vivirlo, aunque para
la sociedad no sea normal este proceso.
La tristeza y vacío nos permite explorar por completo la
pérdida. Si se permite vivir la depresión desaparecerá cuando haya cumplido su
propósito. Volverá de vez en cuando, pero así es como funciona el duelo. Una
vez pasada la depresión la persona debe volver
a salir y hacer nuevas cosas.
No debemos evitar que la depresión normal nos acompañe. La gente debe sentir depresión normal .Debemos dejar que dolientes expresen pena .Hay que
escucharlos.
Solo si es depresión clínica
hay que tratarla para evitar deterioro mental. Hay que diferenciar la depresión
normal con la depresión clínica. La primera es la tristeza que sentimos en
determinado momento de la vida. Mientras que en la segunda el estado anímico bajo de la persona puede
ser a largo plazo y puede englobar una
serie de penas no curadas. En la clínica
incluso se necesita medicar, porque la persona no asimila el apoyo. En algunos
casos la persona debe ser tratada con
una combinación de apoyo, psicoterapia y medicación antidepresiva.
5. La aceptación: En esta etapa se acepta la realidad de que su ser querido se ha ido.
Empezamos a vivir con nuestra realidad. No es el punto final, sino una
experiencia más dentro del proceso que puede durar años, dependiendo del caso. La
curación se refleja con distintas acciones. Dejamos de estar enojados con Dios.
Tenemos más consciencia de la realidad de nuestra pérdida y que debemos seguir
adelante con nuestra vida. Aunque a veces es difícil, debemos empezar a
reorganizarnos y retomar incluso nuevos roles.
La aceptación no es una etapa es la que nos guste la situación que
estamos experimentando, sino que somos
consciente de la pérdida y aprendemos a vivir dicha pérdida. No alcanzamos la paz
completa, pero de forma gradual se hallará
algo de paz frente a lo que ha pasado.
Con el tiempo empezaremos a dedicarnos a la vida. Solo allí empiezan
las nuevas relaciones o se dedica más tiempo a las antiguas.