miércoles, 6 de febrero de 2019

HAZ QUE LOS OTROS HAGAN LO QUE TÚ PIDES







¿Sabe usted  el   dolor que  tienen los  hijos, los compañeros, los  trabajadores, los amigos, cuando reciben  pedidos con autoritarismo, imposición, agresividad?

¿Le ha pasado a usted, esto? ¿Se acuerda de algún evento o situación de su vida donde le trataron de esa manera? ¿Cómo se sintió?

La verdad es que estamos acostumbrados a ser tratados como objetos. Se nos exige y se nos impone.Las muchas experiencias de este tipo, van haciendo a la personas más rebeldes y llenas de  dolor. Por ello, hoy quiero dejar los secretos que ayudarán a que nuestras relaciones sean de calidad y de enriquecimiento diario, si los ponemos en práctica.

Primero: Debemos aprender a pedir de manera asertiva las cosas, evitando exigir, porque esto provoca más violencia o pasividad, ya que tratamos con seres humanos, que sienten aman lloran y sufren cuando tienen que hacer las cosas por miedo o culpa.

Segundo: Debemos aprender a pedir. Muchas veces pedimos de una manera tan impositiva y autoritaria que no logramos lo que queremos, sino que terminamos dañando el corazón de los demás y ,en especial, de los que más queremos.

Si queremos que las personas nos escuchen debemos cambiar nuestra forma  negativa de pedir las cosas, para evitar que la gente se resista. Debemos hacer que colabore o nos responsa de forma positiva.

Muchas veces insistimos en lo que no queremos que haga, y luego nos molestamos; cuando lo único que que hay que hacer es pedir lo que queremos que el otra haga por nosotros o lo que pretendemos lograr de alguien. Por eso, hay que evitar ser ambiguo o generalista.

Ejemplos  de pedir:
-Ante una crítica: pregunte: ¿Qué le gustaría que usted haga? 
     En lugar de: " quiero que me dejes ser quien soy" diga: "Quiero que me digas que todo lo que hago está bien"

-Debe haber claridad al expresarnos o cuando pedimos algo: 

En lugar de decir, quiero que seas más responsable, diga: quiero que hagas las cosas sin chistar”.

 En lugar de decir quiero que se sientan en plena libertad de expresarse cuando este presente, diga: 

" Me gustaría que me dijeran que puedo hacer para que se sientan en plena libertar de expresarse”

Tercero: Sea lo más concreto. Nos han enseñado a ser niños obedientes, pero debemos aprender a expresar lo que queremos, aclarar los que nos gustaría que hicieran los demás por nosotros, esto facilita la vida a todos y acabaría con la frustración de muchos de nosotros que no sabemos cómo pedir.

Cuarto. No asuma que el otro ya sabe lo que quiere pedir. Sea claro y exprese  lo que quiere. El otro no es un mago y ni en un año va adivinar lo que usted quiere.

Quinto. Preste atención a lo que usted dice para que el otro le entienda. No se resienta con el otro si no responde como usted quiere, pero la verdad es que las palabras que usamos no son bien pensadas, ni son las correctas. Si usted le habla de cómo se siente, es mejor que le entienda.

Sexto. Las peticiones deben ir acompañadas de sentimientos y necesidades o caso contrario aparecerán como exigencias, órdenes o ataque.

Séptimo: Reconfirme. Una vez que hemos solicitado algo, hay que asegurarnos de que el otro nos entendió. Esto puede ser retador para el otro, pero hay que hacerlo. "Puedes confirmar en tus palabras lo que dije, por favor?" " Veo que no me expresé claro, déjame que pruebe otra vez" Si no se entendió, podemos repetir y rectificar cualquier discrepancia u omisión. Para ello, sigamos los siguientes pasos para evitar reticencias: 
-Si la persona se molesta por pedirle que repita lo que acabó de escuchar, centrémonos en sus sentimientos y necesidades y preguntemos: ¿Te molesta que se dude de tu capacidad de comprensión?
·    -Pidamos sinceridad y precisión  sobre los siguiente puntos:
-Es bueno saber cómo el otro tomó nuestras palabras, qué sentimientos le provocó, qué razones hay para ello. “Me gustaría que me dijeras qué sientes con respecto a lo que acabo de decir y cuáles son las razones por las que te sientes así.”
-Debemos descubrir qué piensan las personas de lo que les dijimos y decirles que sean específicos al decirnos sus pensamientos. “Me gustaría que me dijeras qué opinas sobre lo que te dije.”
-Debemos descubrir si el otro está dispuesto a hacer lo que hemos recomendado. “Querría me dijeras si estás dispuesto a arreglar tu cuarto.”

Octavo: Hay que tener cuidado de no caer en las exigencias. Muchas peticiones se interpretan como exigencias y a nadie le gusta eso. Si la persona percibe que se le exige algo, tiene dos opciones:         Sumisión o  Rebelión

La persona que percibe exigencia no responderá a nuestra petición con compasión, pues nos ven como autoritarios, coercitivos y no quieren ser más objeto de recriminación o castigo por no satisfacer lo que pedimos. Además. temen volver a ser tratados de esa manera. Si ven que exigimos, no estarán contentos con nuestra compañía.

Noveno. Los NO. Cuando las personas no dicen que NO quieren hacer algo y no responden como queremos, tenemos tres opciones: hacerle sentir culpable, retirar el afecto o retirar la comunicación. Pero lo que hay que hacer es empatizar y tendremos una respuesta positiva.

Estas son una manera negativa de actuar de parte nuestra, no estamos mirando las necesidades del otro, no estamos respetando sus sentimientos. Si ellos responden que no, es porque: o estamos siendo muy exigentes o estamos tratando de manipular o porque ya están cansado de tanto mal trato y se revelaron o no sabemos cómo comunicar.

Las personas harán lo que queremos, si les aclaramos lo que queremos que hagan , solo si lo desean. Allí estamos pidiendo y no exigiendo. Ejemplo: “Me gustaría que pusieras la mesa es  incorrecto. Es mejor decir: ¿Estarías dispuesto a poner al mesa?

Décimo . Hay que ser conscientes de que debemos dejar de exigir, debemos aprender a pedir. Aunque lo manifestemos de modo cuidadoso, las personas perciben nuestras palabras como exigencia y se revelan. Esto es peor, si tuvieron problemas con figuras a de autoridad coercitivas. Dejemos las etiquetas:
“Eres un antisocial” Eres un vago” Eres un desadaptado”

Las personas tienden a ser según como los etiquetemos. Las etiquetas potencias las conductas que queremos evitar. Las personas asumen de manera más rebelde lo que les decimos que son.

Preguntemos siempre: ¿Cómo te gustaría que te diga las cosas para que no suene a exigencia?

Muchas personas nos saben cómo responder a esta pregunta, porque han sido tratados toda la vida como si fueran objetos y no seres  humanos y, por ello, tienen mucho dolor en su corazón ,que los lleva a no querer hacer nada más que a  defenderse una y otra vez. Hay que escuchar, hay que ver el corazón. Hay que ver que hay  detrás de cada acto de “desobediencia”.