Es difícil perdonar a alguien que
nos ha hecho mucho daño y que nos ha
causado tanto dolor. Pero es importante
perdonar porque así sanamos no solo el alma, sino nuestro cuerpo y
nuestra mente.
Quienes se niegan a perdonar
viven sentimientos de amargura, de odio, de ira, de venganza. El corazón se
endurece totalmente y vive siempre en
ira crónica. La ira a la vez provoca enfermedades graves como migrañas, hipertensión arterial, depresión.
Las personas no saben cómo
perdonar, lo intentan pero no pueden, y es comprensible, porque el daño causado
es grande y el dolor es profundo. El alma está herida y no puede procesar bien
el amor, porque se ha bloqueado una parte primordial de su vida. Pero es
necesario sanar y llegar al amor y la misericordia para poder tener otra calidad de vida.
Hay que recordar que el negarse a
perdonan solo trae más amargura y dolor. Negarse a perdonar trae malestar físico, dolores fuertes de
cabeza, bloqueos mentales, somnolencia. Muchas veces no se sabe porque esos malestares,
pero en el fondo es el dolor profundo que esta enraizado y que empieza a cobrar
su factura.
El escritor y psicólogo Walter Riso, dice que perdonar es recordar lo que paso, pero sin
llegar al odio. Se trata de quitar el rencor y los deseos de venganza, es dejar
morir al resentimiento que nos carcome el alma. Es poder ver a los enemigos sin
odiarlos para alcanzar la paz interior.
El perdón no es olvido. Toda la
información del exterior queda grabada en el cerebro, no se borra, aun el dolor
que nos causaron, se queda allí; pero cuando empezamos a vivir el proceso del
perdón poco a poco se va experimentando menos dolor al recordar el hecho doloroso.
Del hecho doloroso hay algo que aprender, es una experiencia que luego será
recordada de otra manera.
Perdonar no es olvidar lo que paso.
Es muy peligroso decir, no hablemos del tema. En realidad hay que hablar del dolor,
hay que hablar de la ofensa, caso contrario caeríamos en la negación y afectaríamos
nuestra salud. Caer en negación es
decir: "esto no pasó", "no fue nada"
Perdonar tampoco implica soportar
agresiones. Muchas veces es necesario llegar al perdón del agresor o la persona
que nos afectó, pero eso no quiere decir que seguiré aceptando agresiones o
malos tratos. Si esas actitudes continuaran, y fuera peligroso, es mejor alejarse.
¿Cómo entender el perdón?
Considerar el camino del amor. Dar
paso al amor ágape.El amor ágape es mas que el amor sexual o emocional.Es ser capaz de morir
al egoísmo, cambiar actitudes y o carácter que daña al otro, es
desacomodarse para dar al otro bienestar y valor. Debe ser un amor profundo y
sincero. Cuando hay amor sincero, no cabe nada más.
Muchas veces queremos que
todos tengan misericordia de nosotros, pero para el que nos hizo daño, pedimos
castigo y muerte. ¿Qué pasa cuando nosotros cometemos un error? ¿Cómo queremos
ser tratados?. Responder a estas
preguntas nos llevan a ser más
equilibrados en nuestros juicios.
Pongámonos en el zapato del otro.
¿Por qué reacciono así?, ¿solo él es culpable o hay en mí también culpa?. Muchas
veces ir por el camino de la comprensión nos ayuda a entender los motivos que
llevó a la otra persona a reaccionar de la manera que lo hizo. No se trata de
justificar el acto, sino de discernir
qué paso.
Decidir dejar de odiar. Hay que llegar al punto de
decir: “Me cansé de odiar”, “Me cansé de sufrir”. Tomar esta decisión es un
regalo que nos damos para vivir en paz. También podemos imaginarnos qué hubiéramos hecho si hubiésemos
estado en el lugar del ofensor. Hay que llegar al entendimiento de la situación
si nosotros hubiésemos estado en el lugar del ofensor.
Renunciar a la venganza. El deseo
de venganza es muy instintivo, se quiere que “el otro sufra lo que sufro”. La
venganza trae mucho placer, pero hay que evitar caer en ese juego, porque puede
generar mucha violencia y en lugar de sanar la herida se puede hacer más grande
y se puede causar más daño a los que están alrededor. Nos pueden quitar todo,
pero menos la capacidad de decidir cómo responder a una agresión. Cuando
decidimos pagar con la misma moneda se da al agresor la llaves para
justificarse y decir: "Allí esta, yo no soy el malo. Mira lo que ella o el
me esta haciendo". Si hacemos algo por venganza, damos al otro más motivos para seguir agrediendo.
Aun en medio de todo lo malo que el otro ha hecho, hay que mantener el respeto,
la cordura. Muchas veces la respuesta pacifica, le hace avergonzarse al agresor,
le puede hacer reflexionar y no aumentar el grado de violencia en la relación.
Si entramos en venganza tarde o temprano
quedaremos tan culpables y sucios como los agresores.Los que logran perdonar están más
cerca del amor.
¿Por dónde empezar el perdón?
1. Si tienes un motivo de
resentimiento y odio, déjame decirte que tienes todo tu derecho de sentirte así tienes todo el derecho de estar indignado/a.
Nadie puede entender tu dolor porque cada herida es única. Tienes todo el
derecho a estar enojado/a y expresar tu ira. Saca todo lo que puedas, saca tu
enojo, llora las veces que sean necesarias, si quieres odiar, odia; si quieres
gritar, grita. Saca todo tu dolor. Si crees que no tienen perdón de Dios lo que
hizo la persona, está bien, dilo. Si crees que no se merece tu perdón, está
bien dilo. Saca todo lo que puedas y, si no lo has podido sacar hasta ahora,
busca ayuda profesional para que hables
de toda tu ira y tu enojo. Es bueno vivir la ira y el enojo, es bueno expresar
lo que uno siente.
2. Solo cuando estés listo a perdonar, perdona. Si todavía sientes
que tus sentimientos de ira siguen, vuelve a expresarlo, vuelve a hablar acerca
de tu enojo. No lo calles. Prepárate para sanar. Poco a poco. No necesitas ser
presionado o presionarte para perdonar. Di lo que sientes, vuelve a llorar,
vuelve a gritar, vuelve a negar tu
perdón si quieres. Es sano que lo hagas. Son largos años de dolor causado,
tienes tu razón de estar así. O quizás es reciente el dolor que te provocaron,
también tienes razón de estar enojado/a.
Estás en tu derecho, no debes justificarte ante nadie. Es tu dolor.
3. Una vez que has podido hablar
de tu ira, de tu enojo. Ahora es tiempo de empezar el proceso de perdón, sanación de
alma y del cuerpo. Da miedo, da susto, el cuerpo tiembla, pero sabes que
vas a sanar. El sentimiento es fuerte, muy fuerte. Te sentirás así porque al
fin te vas a deshacer de algo que te ha estado oprimiendo por años y es normal.
Es algo que te oprime y hay que sacarlo.
4. Puedes ir a un lugar donde
estés solo si quieres. Entonces di el
nombre del agresor, el ofensor y perdónalo: “Jorge yo te perdono, en el nombre de Jesús”. El nombre de
Jesús tiene un poder inconmensurable. No le vamos a decir
directamente a la persona. Quizá ya esté muerta o este en otro lugar. No es
necesario hacerlo cara a cara. No es necesario buscarla y decirlo directamente.
¿Por qué hacerlo en el nombre de Jesús?, pues porque no tenemos las fuerzas para hacerlo
solos, necesitamos de una fuerza más
grande que la nuestra. Pero recuerda,
debe ser en el momento en que te sientas
listo para perdonar, en el momento que digas: Quiero perdonar, quiero hacerlo
ya porque no quiero más esto.
5. Libera al ofensor de la deuda.
Es decir, se va a hacer una condonación moral. “Yo en el nombre de Jesús vengo a perdonar a esta persona, vengo a
condonarle una deuda moral. Esta persona me hizo daño, me hizo un mal, cometió
una injusticia en contra mía, pero en el nombre de Jesús, Jorge yo te digo que te dijo que te dejo
libre de esa deuda, que rompo la factura que está a tu nombre y que te
condono la deuda moral”. Es una
deuda moral, espiritual, la que el ofensor tiene con el ofendido. Tú condonas el endeudamiento
moral de esa persona y rompes la factura de la acusación, del malestar de lo
que esa persona te hizo.
6. Renunciar a todo juicio sobre
el ofensor. Muchas veces estamos como juez
que tiene derecho a juzgar a esa persona por cuanto sabemos que nos hizo daño y nos dolió; sabemos cuáles fueron
las pérdidas, la afrenta que nos causó, sabemos
todo el daño que nos causó y nos da cierto derecho moral a juzgar a la
persona por lo que nos hizo daño y el mal que nos provocó. Pero aparte de
condonarle la deuda moral debemos renunciar a juzgar a la persona. “Señor yo renuncio a ser juez sobre esa persona juzga tú sus actos. Me quito
la toga de juez, me salgo del lugar moral donde el juez se sienta y me quedo
del otro lado y juzga tú. Hoy termina mi
juicio mi critica, mi mal querer, mi odio, mi rencor, mi dolor contra esa
persona y renuncio a todo juicio contra mi ofensor”.
7. Ora por el bienestar del
ofensor. ¿Cómo? Si, así como lo lees. Debes
orar por el bienestar de esa persona. Lo hace en el nombre de Jesús. ”Señor Jesús como yo ya no soy juez de esa persona.
Como yo he renunciado a ser juez de esta
persona, entonces Señor ya no soy yo quien pide castigo para esa persona y te
pido que le bendigas”. La Biblia dice: bendecir a los que os maldicen. Bendecir
y no maldigas. Seamos como Dios que deja caer su lluvia sobre justos e injustos,
muestra su sol sobre buenos y malos, sobre justos e injustos. En este punto se
ve si la persona realmente quiere perdonar o no. Aquí realmente se está viviendo
el verdadero perdón.
8. Hay que sacar al ofensor de la
mente y pensamientos. Ya no estés obsesionado
con el ofensor, sácalo de los pensamientos. No permitas que esta persona siga
anidada en los pensamientos, que este hecho doloroso, molesto, este encapsulado
en la mente y pensamientos. “En el nombre de Jesús pido que esta
persona salga de mis mente y pensamientos. No estará controlando el recuerdo de esta persona y de lo que me hizo mis pensamientos”.
Solo así se produce el efecto curativo.
9.Ánimo, entendemos tú dolor,
sabemos que tienes razón de estar indignado o indignada. Pero ahora
viene un nuevo amanecer para ti.
Sana tu corazón y deja que las cosas
fluyan en tu vida con amor. Si crees que necesitas de ayuda de un profesional o
un consejero hazlo. Muchas veces el acompañamiento es necesario cuando se carga
tanto dolor. Si sientes que después de hacer esta oración, la ira continúa, no te sientas mal, debes seguir perdonando a esa
persona, en silencio,las veces que sean necesarias. Perdónale cada vez que venga a tu mente el dolor.
Si no eres cristiano, de igual manera puedes hacer la oración, con profundo deseo de quedar libre y sanar.
Fuente: “El poder curativo del
amor “ de René Peñalba y Gladys
Judith Rojas , “El perdón que sana”,Walter Rizo, "el poder terapéutico del perdón"."La locura de la infidelidad" de Ediana Marín.